Pagine di quotidiani e riviste dedicate a Giacomo Matteotti - 1925-1974

MA TTEOTTI humanidacl en dos categorías: la capitali · ta explotadora y la proletaria explotadr1. y catalogando ahora también las neciones bajo los mismos rótulos? ¿ Cómo no aplaudir cuando ciertas mon - sergas soll de doble sentido y de doble uso: interior y exterior, y se embrollan las cal'- tas al barajarlas, mediante preguntas capciosas, donde un "no" en lugar de Htl "sí", en el diálogo coral, le puccle acarrear a uno la cárcel o la relegación en una ifsla? Y hablamos tan )-.ólode la plaza y ele las turbas. pues, en lo que se refiere a las instituciones seudo-representativas arriba mencionadas, cada cual puede inferir el grado de servidumbre a la que han llegado sus i1onorables integrantes. Huelga recordar los episodios en que, a menudo, las aulas parlamentarias se transforman en verdaderas jaulas de locos, donde una manada de energúmeno., gritan a voz en cuello sus hosannas al domador, y donde -cuando más delicadas se tornan las situaciones internacionalesse insulta a 1rneblos y gobernantes de naciones civilizadas. Se explica, pues, como los responsables oficiales de regímenes semejantes, sostenidos -e.demás ·que por el terror internopor el obsequioso reconocimiento internacional, puedan proclamarse los verdaderos intérpretes de sus pueblos. Y les resulta harto fácil oponer estas manifestaciones de júbilo totalitario, a las críticas libres y, a veces, a la franca oposición de los pueblos de los países democráticos hacia sus rcsJ)ectivos gobiernos. A través de una tal comparac1on fraudnlenta buscan de hacet· brotar el llamado consentimicuto unánime de sus pueblos martirizados en contraposición al estar1o latente de rebelión o desol'dcn interior '1\} los pueblos libres, para afirmar qne sólo en el totalitari ·mo están '1a razón, el orden y la fuerza: tres coeficientes que represenPág. 17 tan, según ellos afirman, la esencia y ld. potencia ele la fórmula cavourriana, ,fo "los pueblos que imponen a sus diplomáticos las obras que deben cumplir". EL SALUDABLE 'l'EMOR A LA REVOLUCION Desdichadamente, las ordenaciones de· la actual Sociedacl capitalística-burguesa,. a pesar de que ofrecen la posibilidad de gobiernos democráticos, no son capaces de haGerlos inmunes, éstos tampoco, del contagio fascístico-totalitario. Resulta, de todo eso, que la debilidad de la· democracias pacíficas, contra la prepotencia de las dictaduras perturbadoras, debe atribuirse menos al temor de una guerra que -diríase una paradoja- al miedo de una derrota de los regímenes fotalitarios. Una tal derrota -es eYidente- desembocaría inevitablemente en una revolución interior de dichos regímenes. Para los estadistas y diplomáticos -especialmente europeos- que han sabido transformar a Ia Liga de las Naciones, creada para la Paz y el Derecho, en un organismo de connivencia, de complicidad, de estímulo y de impunidad para el bandolerismo y la piratería mundiales de las dictaduras tiránicas en el interior y chantagi -tas al exterior, es siempre preferible el diplomático "statn quo" internacional. aunque angustioso, a una probabilidad revolucionaria. ¡ No se puede nunca saber! Las revoluciones -particularmente las que vienen tras de una guerra-- a menudo llevan en sí un maldito Yirus epidémico ... Se vislumbra, sin embargo, algíi.n síntoma de arrepentimiento en la destartalada Europa: más bien que de la buena voluntad de la. diplomacias, proviene del estado de saturación al que ha Jlec,ado la t0- !erancia de los pueblos tiranizados, y d-3

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