Pagine di quotidiani e riviste dedicate a Giacomo Matteotti - 1925-1974

MA TTEOTTI Ja conciencia crítica y de la voluntad de justicia. Se necesitaron ocho meses para que Mussolini retomase en sus manos las palancas efectivas del mando; ocho meses durante los cuales él quedó en suspenso entre el poder y la cárcel, entre Viminal y Regina Coeli. Las razones que habían transformado a Matteotti en uno de los jefes más resueltos en Ja lucha contra el fascismo y contra Mussolini, eran esencialmente de orden interno y social, pues el fascismo no había aún traspasado la fase de su organización nacional. Mas los discursos de Matteotti a Londres y Bruselas, atestiguaban que él ya vislumbraba, en el nuevo régimen, no sólo uu peligro mortal por las libertades políticas y sociales en el interior de nues. tro país, sino también una amenaza para la paz de Europa. :m porvenir debía darle enteramente la razón y demostrar que ya no puede haber sucesos de política interior -y cambios de política interior- que no repercutan inmediatamente en la política europea. Hoy, a quince años de distancia del asesinato de Matteotti, Europa no se aseme- _ja más a la que vió el mártir sociafü,'ia, antes de cerrar para siempre los ojos. En r;u marcha de destrucción el fascismo ha traspasado las frouteras. Venció en Alemania y desde Alemania se ha impuesto en Austria y después en Ohecoeslovaquia, la que ha destruído en su unidad estatal y en su constitución política y social. Venció en España y desde España acecha, por lo menos culturalmente, la América Hispano-Latina. Ha transformado a Europa eu 11n vasto campo atrincherado, erizado de cañones y de baypnetas. Hace quince años estaba largamente difundida la convicción de que no serían posibles <}tras guerras, hasta que viviera la generación qne sufrió la guerra de 1918. Hoy Europa vive en estado latente de guerra y bajo la ley de la guerra económica y Pág. 7 psicológica. Y quién sabe si en el tiempo que transcurrirá entre el momento en el que yo escribo estas notas ~- aq ncl en que el suelto llegará a Buenos Aires, A quién sabe si en el Báltico o en el Mediterráneo la guerra no habrá abierto sobre el mundo su vorágine? 'fodo se ha vuelto inestable. En un continente que se encaminaba hacia form&s superiores de vida, han reaparecido las plagas del medioevo: la miseria, las '1uchas raciales y religiosas, el desencadenamiento de los instintos primarios. Y la Italia de Matteotti, i qué se ha vuelto? Una imüensa cárcel y un inmenso cnartel prusiano .. Mussolini ha encontrado la manera de perder en 1938-39 la guerra que la generación a la cual él mismo pertenece había ganado h~ce veinte años, al precio de 600. 000 muertos. La península está reducida al papel de una simple provincia teutónica. El eje se ha transformado en una trampa. Así se cumple el ciclo. La pérdida de la libertad S'etraduce en la pérdida de la independencia. La guerra civil desemboca en la guerra imperialista de conquista, antes de volver a transformarse en guerra civil, bajo el ímpetu de rebeldía del pueblo; el mismo ímpetn que quince años atrás pareció debiese barrer la dictadura que acababa de adueñarse del poder. Frente a este inmenso desastre de la civilización, hay gente que se conS'Uela pensando que el Socialismo está vencido. Cierto es que el Socialismo occidental estií vencido; cierto es que Milán o Roma, que Berlín o Munich, que Madrid o -Barcelona, que Viena o Prag·a no son más cruzadas por desfiles rutilantes, por manifestaciones proletarias, por embates de revolución. Verdad es tambiéu, sin embargo, que Moscú resiste y aguanta ... Empero, señores, sobre ]a tumba de Mat-

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