y con más acierto que las razones económicas, fundamentales; pero inferiores a las psicológicas. Y a pesar de los esfuerzos coreográficos, realizados con· fines de propaganda, el fascismo no ha salido -ni podrá salir nunca- de su pecado original. La santidad y el heroísmo prestigiados por -Mussolini suenan como una idealización y un pretexto al incontenible desborde de las fuerzas telúricas. Y en la Alemania nueva -que olvida· a Goethe para refugiarse en las runas bárbaras-' un hombre, Goering, que mañana será un símbolo, ha afrentado a la humanidad con estas palabras: • '' Cuando oigo hablar de cultura saco el revólver y disparo". De aquí una consecuencia lógica: fa necesidad y la glorificación de la guerra. Pues este nombre:· guerra, que había llegado a tener un carácter vergonzoso, como el de prostitución, alcoholismo o delito, fué ensalzado y divinizado más que entre los aztecas caníbales y los salvajes del Congo. "La guerra, solamente la guerra puede ennoblecer a un· pueblo", declaraba el Duce, plagiando a Moltke, en plena comedia de pacifismo internacional. '' El hombre más digno es el que maneja un arma", repetía, años más tarde. Y por sistema y por, cálculo, hablóse a las tendencias inferiores, aquellas que el humanismo quería reprimir o, por lo menos, derivar. La obra de. ''deshumanización'' prosiguió en forma exacta, paciente y metódica. Volvió el ingrato sistema espartano con la militarización intensiva de los jóvenes. Ni faltaron pensadores, discípulos y tergiversadores de Nietzsche, que establecieron sofísticas teorías para justificar el nuevo estado· de cosas. Recogiendo e -interpretando a su manera lo peor del solitario de Sils ·Maria, exaltó Spengler al hombre primitivo y dinámico, haciendo tabula 1·asa del esfuerzo de lb's siglos para domesticar y ennoblece·r al' hombre. ·En una sociedad basada sobre la fuerza -la fuerza organizada- el tipo ideal debía expresar la síntesis de esta fuerza. Era el semblante rudo de un aspirante al: Walhalla, evolucionado y encerrado en el círculo de la disciplina moderna; o del arriesgado y gros~ro legionario romano, sin los dos principios que constituyeron la verdadera grandeza de Roma : el derecho y la lucha por la libertad. Nos hallamos frente al auténtico "bárbaro tecnificado'' de Keyserling. El hombre de post-guerra, limita9-o y prác. tico, más músculo que cerebro, más impulso i~mediato y casi automático que severa comprensión y estudiosa pro.fundidad. El hombre que tiene un fin determinado, una voluntad como un resorte de acero, movida desde afuera y d~de arriba; pocas ideas, sintéticas y dogmáticas, con la¡; cuales pretende dominar el prisma múltiple de los, seres y de las cosas. En una palabra -y menester es ponerlo en reUeve- la antítesis del hombre culto y sensible que trata de ser como la conciencia del mundo; El tipo humanista. El espíritu de autoridad contra el espíritu de investigación y de rebeldía serena·, punto de partida de todo lo que tuvo., tiene. y tendrá algún mérito sobre la tierra. HERNA?H MANDOLINI. MATTEOTTI- XIVANIVERSARIO• 20
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