Pagine di quotidiani e riviste dedicate a Giacomo Matteotti - 1925-1974

· · En esta antinomia radical y violenta vivió todo el siglo XIX. Generoso y heroico, un verdadero "siglo de luces"; · pero sometido a las consecuencias de la explotación individual de la industria y a la especulación sin límites. Afrontó una continua guerra económica, con estéticas grandezas de epopeya, y tuvo, al lado de los héroes literarios, idealistas y resentidos, sus héroes legítimos y ortodoxos, desde Balzac hasta Zola y Dreiser. La voluntad de potencia, punto de partida y motor de todos los actos humanos, halló entonces en el dinero su arma más eficaz. El aristofanesco Pluto, más ciego que nunca, fué el verdadero dios de ese mundo. La misma reacción sentimental y antiburguesa del romanticismo sirve de contraste y define, al mismo tiempo, al siglo económico por excelencia. Una teoría como el materialismo histórico, genial y excesiva a la vez, no hubiera podido nacer en otra época. Y esta época finalizó -pues hasta 1914 se extiende su acción- en una guerra también económica, resultado ineludible de una larga y desesperada lucha de intereses. Guerra sin ideales, no diré profundos, mas ni siquiera plausibles, fué el acabóse del romanticismo y de la lisonjera esperanza en la perfectibilidad progresiva del hombre. Y esa guerra, caos de angustias y ruindades, mostró en toda su desnudez los bajos fondos de la sociedad burguesa. La garra del nuevo Shylock se levantó, enrojecida, en el desmoronamiento de una democracia nominal y harto complaciente. Todavía más: descorrióse el velo y viéronse a los financieros agazapados tras los sillones presidenciales y los anacrónicos sitiales de emperadores y reyes. Esa lluvia de sangre lavó la cara pintarrajeada de una sociedad esencialmente hÍpócrita. Y después de ella, los hombres, que se habían visto a sí mismos en el tedio brutal de las trincheras y en ~l desborde de una animalidad furiosa, alcanzaron un resultado útil: el sentido de la realidad. Libráronse de insubstanciales fantasmas y mórbidos ensueños, convirtiéndose en seres primitivos, recios y dinámicos, el nuevo H omo homine lupu.s tras el Homo sapiens. Al dilettante de los paraísos artificiales y la psicología P,Untillista de Marcel Proust sucedió el bárbaro tecnificado. F,ué un verdadero retroceso, una actitud cínica y antihumanista; pero, al mismo tiempo, una purificación de escorias, una destrucción de engañosos valores. • Clara y sintética expresión de este· hecho es el fascismo. Genuina enfermedad de post-guerra, producto- lógico del resentimiento, la agresividad y el miedo: el resentimiento del nacionalismo aminorado, la agresividad de los bajos instintos desenmascarados por la masacre, el miedo de la burguesía ante la amenaza del Apocalipsis económico. Aristocrático y plebeyo -con todos los defectos de los privilegiados y de la plebe-- injertó fragmentos de las ideologías de izquierda en un organismo re'accionario, injertos que nunca prosperaron y han quedado allí, como elementos muertos, pretexto para los interesados y añagaza para los incautos. Pero el conjunto es viejo, viejo de siglos: una edición remozada de la estatolat:da de los califas árabes, los , Capetos y la Santa Alianza; el Indice contra el Pensamiento libre, un código penal contemporáneo de la ejecución de Damiens. La profunda crisis espiritual se refleja en su estructura. Es un guante de desafío arrojado a las admirables tradiciones del humanismo. Convierte · MATTEOTT-I ,XIVANIVERSARIO• 18

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