MATTEOTTI que se había ido con una mujer. Luego vino la hipocresía: Mussolini que le dice a la mujer de Matteotti: " Espero devolverle vivo a su mai:ido ", cuando en sus manos ya obraba el pasaporte ensangrentado del ásesinado. El escarnio hecho del cadáver, las canciones obscenas can'tadas bajo los ba:lcones de la viuda, la glorificación de los sicarios y de quienes los habían' pagado, y animado, todo esto es puro estilo fascista .. Lo volveremo a encontrar.en España, como desgraciadamente 1- volvemos a- encontrar en la fragedia española la in.ercía miedosa y estulta de la democracia: Si el mundo hubiera comprendido el significado del asesinato de Matteotti, tal vez hubiera, podido prevenir lo que hoy ocurre en la península ibérica. Comprendiendo aquel significado, habría comprendido el fascismo, no lo habría redúcido a un factor local, no habría visto en él la expresión de un pueblo poco evolucionado, con la herencia triste de siglos enteros ele violencias. Habría visto al fascismo tal cual es, no episodio ele la historia de Italia, pero si un capítulo, .y tal vez el último y el más sangriento de ia historia del capitaJismo internacional. Aquella civilización burguesa· que stírgió subyugando la fuerza bruta al pensamiento, .no se decide a expe(lir el· camino a una civilización superior, sin tratar antes de deshacer su propia obra, sin desencadenar la fuerza bruta, centuplicada por ei" ingenio. humano contra el pensamiento, contra la idea, contra la fe. ele una humanidad mejor. Esta hora de violencia y de felonía ¿podía estar mejor simqolizada que con el asesinato Matteotti? ¿Podía presentarse' con contornos más marcados sobre el fondo gris de la vida contemporánea? Matteotti mismo había previsto claramente el desencadenamiento de la fuer:1:a bruta. "Hará falta todavía mucha sangre", dijo pocos días antes de morir. Si Cristo se dió en hoiocausto, con la ilusión de redimir un .mundo, Matteotti no pudo consolarse con tal ilusión. La amargura de , los últimos días, cuando presentía· el acercamiento de la hora fatal, y la atroz agonía no podía ser mitigada por el ensueño de dar a los otros la libertad por la cual. él moría. Sabía que la libertad no se recibe como regalo. Cual antorcha viviente, enseñó a los pueblos el camino de la redención: fidelidap a la idea hasta la muerte. Hoy una grande,. inmensa antorch_a viviente, el martirizado pueblt> español, se alza sobre el mundo, mostrando las injusticias presentes e iluminando el camino hacia un porvenir mejor. No es más el pioner que muriendo enseña el camino, no es ei mártir que invita a seguirlo, es un pueblo entero que lucha seguro de su camino, experimentado en el martirio. Es la palabra· bíblica que se transforma en carne, el símbolo que se vuelve realidad. "I martiri riostri son tutti .risorti ", como canta el himno italiano. Y la misma luz de gloria confunde hoy a los caídos en los puestos avap.zados, los derrotados por la idea invencib_le confunde a nuestro Mafteotti, con el grande y dolorido Pueblo Español, contra el cual "portas inferi non prevalebunt ". ÜDA ÜLBERG 21
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