MANUEL BLASCO GARZON radora, es siempre egoísta y fría y si el Estado procede contra esa su -1ey inicial, es evidente que el elemento capital, se Je pone enfrente y le crea un fenómeno de contracción productiva, que tiene que vencer de alguna manera. Esa idea de que la coacción del poder, es siempre aliento para la especulación está señalada en España por dos hechos : la caida vertical de los jornales campesinos en el bienio negro y la caida, ésta horizontal, de aquel Ministro de Hacienda, que intentó el tímido ensayo de una legislación de derechos reales. Lo del aseguramiento del orden, es un maravilloso tópico. El desenfreno cruel -cruel y sin ejemplo, en su empeñosa acción homicida- con que actúan, sin control, las fuerzas de retaguardia en la parte dominada por los rebeldes, ¿ de que orden será garantía? Alguna vez, la verdad tendrá espléndido conocimiento. -Un sentimiento de terror conmoverá, ciertamente, al mundo, cuando se conozca el alcance de los hechos. ·¡Y es con esos medios, como ha de estar garantido el orden futuro, cuando el presente se labra entre odios, dolores y sangre! Y ya no conviene insistir, en Jo de una patria grande y única y fuerte. El sentido de la grandeza, explicado por quienes la hundieron en ruinas; el sentido de la unidad, aplicado como negación absoluta de la personalidad corporativa de las regiones, de las palpitaciones del proceso histórico que congrega sus aspiraciones en un símbolo superior; el sentido de la fuerza, cuando se han estrangulado todos lo~ resortes de un resurgimiento vital.. .... · Todo eso es algo que resulta lenguaje babilónico e inteligible, empleado por ciertas gentes, empeñadas en una obra de destrucción material y en un reparto espiritual del dominio, con los estados que prestaron su concurso interesado, a la sublevación antiespañola. Nada pues, justifica esta, en un exámen conciso y concreto, como no sea el odio a la Democracia y el sentimiento de continuar y producir la esclavitud de los pueblos. Todo lo demás, es hacer vana é inútil literatura política. i Pero si es el mismo fenómeno de. las naciones dictatoriales ! Fundaron sus movimientos, en la necesidad de resolver el problema polí~ico y el problema económico, de sus núcleos nacionales. Y no los han resuelto. Pese a la aparente grandeza, con que quieren asombrar a los incautos, pese a los gestos declamatorios, entre solemnes y ridículos, el problema político, lo simbolizan en persecuciones y dolores y en cuanto al problema económico, lo han encarado con tan buen acierto, que ya está bailando una danza grotesca, en el tablado de la miseria. - Por eso, uno puede afirmar que estamos en presencia de un hecho cruel, bárbaro e inexplicable. Menos mal, que todo esto, ha convertido a España, en espejo del mundo y en escenario en que se debate el problema universal de la raza humana : libertad o escavitud. MANUEL BLASCO GARZÓN 8
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