Pagine di quotidiani e riviste dedicate a Giacomo Matteotti - 1925-1974

• haber sido el creador. Este instrumento es en el cuerpo empobrecido de la nación un ehancro monstruoso que devora los tejidos vitales. O deshacerse o servirse de él. Es para servirse de él que Mussolini ha decidido la guerra de .África afrontando deliberadamente las consecuencias de una aventura que sabía no era de orden qolonial, sino un desafío a Europa. El furor de los comentarios fascistas después del voto de las sanciones, y sobre todo el pánico, la angustia, la exasperación 'de la opinión fascista, indican claramente que el país no tiene conciencia de lo que, en el plano europeo, en el terreno jurídico y del derecho ha representado la agresión fascista. El país tiene como excusa la ignorancia en que es mantenido. Mussolini no tiene disculpa alguna. Si en verdad él se ha imaginado o se imagina, según los esquemas del general Gandolfo, que veinte divisiones italianas puedan bastar para que Europa acepte "sin ~histar" todas sus decisiones, entonces quiere decir que se ha cretinizado. Lo que el país debe saber, lo que desgraciadamente el país está apren- · diendo a sus expensas, es que Europa no podía y no puede favorecer las decisiones de Mussolini sin arrasar los diques que impiden el estallido del flagelo de la guerra en permanencia. En la Europa de hoy, debilitada por la crisis económica, plena de contradicciones, el único, tenue dique de la paz, está representado por la Sociedad de Naciones y por la acción del proletariado. Dejar manos libres a Mussolini en Africa -según el consejo de una egoísta poltronería- quel'ía decir destruir este dique y crear un precedente que mañana hubiera sido usufructuado por Hitler y más tarde por otros aventureros. En la presente crisis de la p·az han actuado muchos factores de natu;raleza díversa y contradictoria. No hay quien deje de ver que detrás de la indignación británica están los positivos intereses del imperialismo inglés. Siendo gobernar el arte de la ·previsión y de la posibilidad, Mussolini debió prever también esto y no ir a dar de narices contra· el coloso inglés. Pero él había previsto otra cosa, que se habría ciertamente producido sin la demostración de energía de las fuerzas obreras y socialistas -¡ no era la masonería!-, él había previsto poder ponerse de acuerdo con el imperialismo inglés parQJrepartirse Abisinia. Ya un asomo de esta intención se tuvo con el acuerdo anglo-italiano en 1926. El actual jefe del Foreing Office, Sir Samuel Hoare y el ex ministro del Exterior Sir Austin Chamberlain, han podido declarar, sin ser desmentidos, que por lo que respecta a los intereses ingleses, el gobierno de Roma había dado las más completas garantías. Lo que ha hecho imposible la subasta entre los bandidos im• perialistas es la intervención enérgica y resuelta de aquellas fuerzas morales que el fascismo considera con tanto desprecio. La contraprueba de este fenómeno -muy interesante para hoy y para mañana- se ha obtenido en Francia. Tres elementos han, concuMATTEOTTI e XII ANIVERSARIO

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