Pagine di quotidiani e riviste dedicate a Giacomo Matteotti - 1925-1974

Cuando el Consejo se reunió el 31 df! julio, la sitvación se había hecho difícil y confusa. L~ opinión pública internacional se impacientaba y la fascista se exaperaba.· El envío de tropas italianas a Africa tomaba un ritmo aceleraqo. No obstante esto, todavía se halló la manero de dilatar las decisiones que se imponían. El Consejo tomó nota .del empeño de las dos partes de volver al procedimiento del arbitraje, abandonado el 9 de julio, y de nombrar un quinto árbitro que fué el señor Politis. Al mismo- tiempo fué votado un texto que decía: '' El Collf!ej,o oecide reunirse en cualquier caso el 4 <le septiembre para emprender el ·examen general, bajo sus diferentes aspectos, de las relaciones entre Italia y Etiopía". Mientras tanto en Italia se afirmaba violentamente la tendencia que negaba .a Ginebra el derecho de intervenir en el conflicto con Etiopía. Dejando de lado a los diarios, se puede seguir a través de Jos discursos de Mussolini el aumento de la pasión o, mejor, de la ,fatal y trágica incomprensión fascista. Hablando en el Senado el 14 de mayo, Mussolini se había mostraJc prudente y circunspecto sosteniendo el deber para el gobierno de ser "previsor y cauto". El 25 de mayo, en la Cámara, el tono había subido un poco sin, por lo demás, salir de los límites de la decencia: '' La amenaza a nuestras fronteras n.o es potencial sino efectiva·.• Sólo hombres de mala fe, sólo enemigos ocultos de la Italia fascista pueden f,ing'ir eKtupor o simular protestas por las medidas militares que hemos tomado o por las que tomaremos''. Desgraciadamente para Mussolini, sus palabras lenitivas no tenían el poder de calmar o conformar la opinión internacional. El número de "hombres de mala fe" o de "enemigos ocultos de la Italia fascista" crecía día a día, hora.por hora. Una tempestad de indignación se elevaba en la vieja Inglaterra, donde sólo la prensa imperialista de lord Rothemere defendía al fascismo. Un hombre de Estado consciente de su ~esponsabilidad y de f!U deber habría tenido en cuenta este hecho y habría medido su :mportancia. En el discurso de Cagliari del 8 de junio, Mussolini, como un toro enfurecido se lanzó, en cambio, co11tra 1a opinión mundial creyendo desarmarla o aterrorizarla con amenazas: "No haremos caso de lo que se pueda decir en el extranjero ... Garantes de nues- , tro porvenir somos nosotros, solamente nosotros, exclusivamente nosotros y nadie más". Por último, en el discurso de Eboli, en el que es evidente la influencia de la canícula de julio, el jefe del !gobierno fascista proirumpía en un desafío vulgar y teatral: "A los que pretenden de.tenernos con ,pedazos de papel o con palabras, responderemos con el dicho heroico de las primeras escuadrillas de aeroplanos -me ne frego- e iremos contra quienquiera trate de cerrarnos el camino". Así insulsamente provocada, la opinión ·internacion'a,l reaccionaba MATTEOTTI• XII_A_NIVERSARIO • 40

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