Pagine di quotidiani e riviste dedicate a Giacomo Matteotti - 1925-1974

vemos alcalde de la comuna, en aquel entonces conquistada. Conservó el cargo durante todo el tiempo de la guerra, ha1~ta1923. Recuerdan en Liguria como aquel alcalde socialista hizo cons.- truir un camino por los prisioneros de guerra austríacos y lo bautizó con el nombre de Federico Adler. Y muchos, muchos de estos prisioneros se acordarán todavía de Felice J\Iu~so y de todo lo que hizo para que su condición leGresultara más tolerante. Y.se acordarán que en el día del armisticio pudieron ellos también tocar las campanas de fiesta, y tanto fué su júbilo y la energía con que lo hicieron que hasta rompieron una. Como el nombre de l\Iassarenti no serft nunca olvidado en l\folinella, hasta que en ella quede un p<'clazo ele tierra, asi el de Felicc l\[usso vive y vivirá entre el pueblo ele Castc.lvecchio. En 1921 sus camaradas qui,;ieron lleYar]o candiclacto a ]a Cámara ele Diputados, pero el rehusó, continuando su labor adrninistrativa, también como diputado pr,ovincial. Resistió en Italia hasta 1930. Después emigró a Francia, de donde fué expulsado dos años más tarde. Enfermo ya del mal que debía llevarlo a la tumba, halló asilo en Barcelona y mientras allí él se extinguía físicamente, seguía siendo manantial de luz y de ideal para muchm prófugos italianos. Falleció el 10 de julio de 1934, dejando la esposa, un hijo y una hija, que con su amor habían buscado obstruir el paso a la muerte. La labor hecha sobre las conciencias - y tal fué el trabajo ele l\In<:;soes indestructible. Ni las vergas, ni el hacha podrán destruirla. Y cuando, en una Italia nueva, las campanas tocar~n a rebato como señal de liberación para una cantidad mucho má,, grande ele prisi01;ieros, el pensamiento de todos los socialistas ele Liguria se dirigirá hacia Fe]ice l\'Iusso. l\Iuerto en el destierro, vivirá en su Patria por la gratitud y el amor de los camarada,~. La traducción de casi todos los textos originales (en italiano y alemán) de este Número Unico, ha sido hecha desinteresadamente por los ciudadanos Aldo Pechini y A. Carcavallo. Ellos merecen, pues, nuestro efusivo agradecimiento, lo que hacemos con estas líneas. Comisión de Prensa.

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