PEDRO B. BARCIA las normas emanadas de la Constituci6n con la débil estructura politica y que mediante medidas no siempre juridicamente justificadas, impulsaban el proceso que se concretaria en las dos ûltimas décadas del siglo. La falta de acuerdo entre las normas constitucionales y la realidad social por un lado, y la falta 6 atraso de las estructuras de conducci6n, desemboco en una cruenta lucha civil. Hacia fines de la ûltima década, un gran movimiento civico intenta readecuar las estructuras politicas de base a las exigencias del cambio que se opera y para el cual el vaso contenedor de la Constituci6n se enouentra bien dispuesto. De la confrontaci6n del movimiento ci'vico cumplido en la misma ciudad de Buenos Aires con debiles prolongaciones hacia el interior 6 mâs bien coordinando las fuerzas dispersas que se encuentran en él, surgen los partidos politicos modernos argentinos. Cuatro son las corrientes que, con el andar del tiempo, habrân de cristalizar el espectro politico de la época, con ligeras variantes y casi destruidas, se elongan hasta el presente: el radicalismo, el socialismo, el conservadorismo y la democracia progresista. ·Con ligeras diiferencias de aparici6n en el tiempo, todos ellas estân presentes en el ocaso del siglo. La irrupci6n de estas corrientes implica una fuerte sacudida a la estructura misma del Estado. Los vie_jos ricos de la ciudad se enouentran fuertemente emparentados con buena parte de estas agrupaciones y, a la ·vez, con los ricos del campo. Pero el gruesto de los cuadros politicos se recluta, en la ciudad de Buenos Aires tanto como en el interior, entre los universitarios de tradici6n portefia aûn cuando procedan del interior, muchos de ellos hijos de recientes inmigrantes. Los socialistas, por ejemplo, incorporan masivamente un elenco de alta proporci6n inmigrante (alemanes, italianos, polacos y espafioles) y los dem6cratas progresistas, en Santa Fé, serân identirficados como el partido de los chacareros italianos. Los que proceden del interior, se nutren también de las pequefias aristocracias provincianas pero, salvo los de C6rdoba, han estudiado todos en Buenos Aires y se han aiportefiado. Los ricos del campo tienen accesos al poder por si y a través de sus parientes ricos de la ciu_dad que se vinoulan a los nuevos partidos. Los nuevos partidos politicos colaboran, de algûn modo, para consolidar el poder econ6mico y juridico de los ricos del campo; no van, al menos, contra ellos y cuando no se les oponen, los ignoran, como el caso de los socialistas. Los ricos del campo, sin cesar, continûan aportando su 6bolo al mantenimiento del Estado que los nuevos partidos tienen 16
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